Cuando hablamos de publicidad, existen pocas estrategias tan efectivas para la construcción de una marca como el Storytelling, y aunque contar historias siempre ha estado presente en la vida de la humanidad, es la forma de presentarlas y la intención al hacerlo, lo que ha ido evolucionando con el tiempo.
Pudimos comenzar relatándolas frente a un grupo pequeño, sentados alrededor del fuego por puro entretenimiento; pero ahora lo hacemos de forma masiva a través de todos los medios que nos brinda la tecnología: todo un mundo de medios de comunicación y redes sociales listo para entregar al mundo el mensaje que queramos dar con el fin de crear una conexión emocional que lleve a la audiencia a identificarse con nuestra marca.
A través de su campaña publicitaria, Coca-Cola nos cuenta cómo consumirla nos puede hacer más felices; Nike nos dice que podemos alcanzar nuestra mejor versión si usamos sus productos, y Apple nos da un sentido de pertenencia y status que ha sido difícil de alcanzar para otras compañías de su industria.
En la jungla digital que vivimos, la única forma de destacarse es a través de un storytelling que inspire y enganche al público ofreciéndole mejores experiencias de consumo, y es que está comprobado que dependemos de buenas historias, incluso desde el punto de vista neuronal, para que nuestro cerebro nos haga sentir que realmente estamos viviendo y siendo parte activa de la narrativa que se nos ofrece.
Sin embargo, aunque el mercado publicitario esté lleno de historias que buscan vendernos todo tipo de cosas y servicios, son muy pocas las que quedan en nuestra memoria y logran comprometernos con la marca que representan, por eso es esencial contar con un equipo profesional que no sólo se enfoque en qué quieres vender y a quién quieres vendérselo, sino que te lleve de la mano para crear la historia que mejor refleje a tu empresa, diferenciando lo importante de lo superficial y logrando llegar y dar en el clavo de las emociones de todos esos clientes que te estas perdiendo.
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